El Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta Picasso y Klee en la colección de Heinz Berggruen - Del 28 de octubre de 2025 al 1 de febrero de 2026 - Madrid - España
Picasso y Klee en la colección de Heinz Berggruen
Obras del Museum Berggruen, Neue Nationalgalerie de Berlín
Del 28 de octubre de 2025 al 1 de febrero de 2026
Comisarios: Paloma Alarcó y Gabriel Montua
El
Museo Nacional Thyssen-Bornemisza presenta Picasso y Klee en la
colección de Heinz Berggruen, una muestra realizada junto al Museum
Berggruen de Berlín que revela la conexión artística entre dos
genios del arte moderno, Pablo Picasso y Paul Klee. Comisariada por
Paloma Alarcó, jefa de Pintura Moderna del Museo Thyssen, y Gabriel
Montua, director del Museo Berggruen, la exposición rinde homenaje
al legado de Heinz Berggruen, uno de los marchantes y coleccionistas
más relevantes del siglo XX, a través de más de 60 obras, la
mayoría de ellas pertenecientes al museo alemán. Cuenta,
además, con la colaboración de la Comunidad de Madrid.
Con
motivo de la remodelación de su edificio, el Museo Berggruen
organiza desde 2022 una serie de exposiciones internacionales en
Japón, China, Australia y en Europa para mostrar lo más destacado
de su colección. En el caso del Museo Thyssen, se propone un diálogo
visual e intelectual entre estos dos artistas, los favoritos del
coleccionista. 
La
colección de Heinz Berggruen
Heinz
Berggruen (Berlín, 1914 – París, 2007) se interesó por primera
vez en la pintura moderna durante sus años de exilio en San
Francisco, etapa en la que trabajó en el San Francisco Museum of Art
y colaboró brevemente con el artista mexicano Diego Rivera. A su
vuelta a Europa, tras la Segunda Guerra Mundial, se inició en el
mercado del arte y abrió su primera sala en París en 1948. Años
más tarde, adquirió otro local que se convertiría en la Galerie
Berggruen & Cie. A pesar de que París ya no era el principal
foco artístico, Berggruen tuvo un papel decisivo en el mercado
internacional durante la segunda mitad del siglo XX, centrándose en
recuperar obras importantes de colecciones prestigiosas y captar como
clientes a grandes mecenas del arte contemporáneo. 
A
partir de 1980, se dedicó en exclusiva al coleccionismo de obras de
maestros del siglo XX, fundamentalmente de Picasso y Klee, a quienes,
según puede leerse en sus memorias, consideraba como “los dos
creadores fundamentales de la primera mitad de nuestro siglo”. En
el año 2000, su extraordinario conjunto artístico fue adquirido por
el gobierno alemán, dando lugar a la creación del Museum Berggruen
como parte de la Nationalgalerie. De esta forma, se cumplía el deseo
de Berggruen de no solo conservar su colección para la posteridad
sino de compartirla y hacerla llegar al gran público. En este
aspecto, se trata de un proceso muy similar al protagonizado por Hans
Heinrich Thyssen-Bornemisza y el Estado español en 1993. 
Picasso
y Klee
Picasso,
más terrenal, excesivo, meridional y sensual, y Klee, más
introspectivo, nórdico, espiritual e intelectual, poseían
personalidades muy opuestas. A pesar de ello, mostraron interés el
uno por el otro y tanto sus procesos creativos como sus obras guardan
semejanzas en muchos aspectos. Les une el espíritu de
experimentación, la facilidad para el dibujo, el interés por los
mismos géneros y temas, la inclinación por la sátira y el sarcasmo
como medio de transgresión y la deformación de las formas y el
cuerpo humano. A través de un lenguaje plástico cargado de
radicalidad, contribuyeron a transformar la manera de mirar y
acercarse al mundo, dejando una profunda impronta en el desarrollo
del arte contemporáneo.
Estas similitudes se reflejan en
la exposición a lo largo de cuatro secciones dedicadas a temas y
géneros que compartieron: Retratos
y máscaras, Lugares, Objetos y Arlequines
y desnudos.
En cada una de ellas, además, se incluyen obras de la colección del
Museo Thyssen, algunas de ellas pertenecientes a Berggruen en el
pasado, que evidencian al mismo tiempo los lazos que unieron a los
artistas y a ambos coleccionistas.
Retratos
y máscaras
Picasso
y Klee tuvieron un papel decisivo en el cambio de paradigma del
retrato moderno. A través de la deformación caricaturesca y el
enmascaramiento, contribuyeron a redefinir el género, cada uno con
su estilo y con diferentes significados. En sus obras, la identidad
aparente cede paso a una más profunda y reveladora.
Los
dos estudios de Desnudo
con paños de
Picasso, junto a Cabeza
de mujer (1906-1907)
y Desnudo
femenino (Estudio para Las señoritas de Aviñón) (1907),
muestran la influencia que las máscaras de culturas no occidentales
ejercieron sobre el artista malagueño, quien no las concebía solo
como un recurso formal, sino que reconocía en ellas una dimensión
mágica y transformadora. Asimismo, su habilidad para la caricatura
queda reflejada en sus retratos cubistas, como Hombre
con clarinete (1911-1912),
y en los que realizó de Dora Maar, para los que recurre a la
deformación y al desmembramiento del cuerpo humano. 
Klee
también experimentó con recursos de reducción y distorsión y con
el ocultamiento de las máscaras, influido por la fascinación que le
provocaban las piezas del museo etnográfico de Múnich y las caretas
de los teatros de marionetas. En sus retratos trasciende la
apariencia externa para reflejar lo que se oculta bajo la superficie,
empleando un grafismo de aparente sencillez y técnicas propias de la
caricatura. Esto se aprecia en obras como La
señora R. viajando por el sur (1924),
donde la figura adquiere un aire fantasmal, y en Dama
con lacre (1930),
cuya retratada destaca por la palidez de su piel y unos labios rojos
de los que emerge una línea negra que define sus facciones de mujer
fatal. 
Lugares
El
paisaje fue un tema fundamental en los comienzos de Picasso y Klee.
Para el artista español, fue clave en el desarrollo de numerosas
experimentaciones, especialmente en la gestación del cubismo. Sus
panorámicas de Horta del Ebro, con sus múltiples puntos de vista y
sus superficies fragmentadas, fueron consideradas por Gertude Stein
como sus primeras obras de este estilo. En la exposición, su interés
por el paisaje queda reflejado en Naturaleza muerta delante de una
ventana, Saint-Raphaël (1919) y Vista de Saint-Malo (1922). Sin
embargo, no lo cultivó con la misma intensidad que Klee, quien
concedió a este género un lugar central en su trayectoria. Su viaje
a Túnez en 1914 repercutió en su estilo, comenzando a alejarse de
la mimesis y a dialogar con la naturaleza con el fin de descubrir su
funcionamiento y estructura interna. 
A pesar del
escaso número de paisajes de Picasso en la exposición, estos
permiten reflejar la conexión temática entre ambos artistas, que se
remonta a 1912, cuando Klee descubre algunas pinturas de Picasso en
la primera exposición de El Jinete Azul en Múnich. El lenguaje
cubista influiría de forma notable en su trabajo, como puede
comprobarse en obras como Ciudad
de ensueño y Casa
giratoria,
ambas de 1921.
Cosas
La
naturaleza muerta se consolidó como género pictórico en los Países
Bajos en el siglo XVII. En esta época, los elementos representados
adquirían un significado simbólico vinculado a la reflexión sobre
la existencia y vanidad humanas. En el siglo XX, la atención se
desplazó hacia la exploración formal, poniendo al objeto en el
centro de la creación artística. Picasso y Klee compartieron el
deseo de comprender la esencia de las cosas y hallaron en este género
un terreno en el que jugar, descomponiendo y reconstruyendo la
realidad. 
Con un profundo conocimiento de la
tradición pictórica e influido por la reducción geométrica de la
pintura de Cézanne, Picasso experimentó con la naturaleza muerta de
forma constante a lo largo de su carrera. A través de la
fragmentación de la materia y el espacio, desafiaba las normas
establecidas. A partir de 1912, dio otro paso más introduciendo
objetos como periódicos, serrín o naipes, como en Naturaleza
muerta con racimo de uvas (1914),
sentando así las bases del cubismo sintético, en el que lo real se
unifica con lo representado. 
La aproximación de
Klee al cubismo se evidencia en el abandono de la perspectiva. Sin
embargo, en lugar de deconstruir los cuerpos, crea arquitecturas
oníricas a través de la unión de elementos más pequeños y
dejando flotar las formas en un espacio indefinido. La naturaleza
muerta le sirvió como medio para investigar la verdadera esencia de
las cosas y las relaciones entre ellas, otorgándoles significados
simbólicos y metafóricos. En su ensayo Wege
des Naturstudiums (Caminos
del estudio de la naturaleza), defendió que la esencia de un objeto
va más allá de su apariencia exterior, lo que le llevó a
investigar la estructura interna de seres vivos e inanimados con el
fin de incluir en sus obras formas dinámicas que evolucionaran como
las de la naturaleza, como en Porcelana
china (1923)
y Flor
y fruta (1927). 
Arlequines
y desnudos
Picasso
sintió una fuerte fascinación por el cuerpo y pintó a hombres y
mujeres de múltiples formas y con diferentes enfoques, desde su
época naturalista, durante el desarrollo del cubismo y hasta su
etapa final. En esta sección se evidencia este interés en dos
líneas temáticas: el desnudo, que puede verse en Dos
bañistas (1921), Bañista
reclinada (1920)
y Silenos
con danzantes (1933),
y el mundo circense, como Arlequín
sentado (1905), Circo (1968-1969)
o Arlequín
con espejo (1923),
obra que en el pasado perteneció a Heinz Berggruen y que actualmente
forma parte de la colección permanente del Museo Thyssen. Ambas
temáticas se vinculan en obras del artista, como puede verse en
Joven con espejo y estudios de desnudos femeninos (1923), donde se
presenta una mujer desnuda junto a un hombre con cuello de arlequín
y un espejo en su mano derecha.  
Klee también se
inspiró en el circo y lo pintó en diversas ocasiones, aunque abordó
el cuerpo de forma diferente a Picasso, concibiéndolo como una
extensión de la arquitectura en la que se ubica. Esta idea se
manifiesta en Arlequín
en el puente (1920),
donde tanto la estructura del puente como la figura comparten
patrones geométricos y una paleta cromática similar que los funde
en un único conjunto, y en Despertar (1920),
en la que la silueta reclinada se integra con el fondo mediante
formas y gamas cromáticas afines.
INFORMACIÓN PARA EL VISITANTE
Dirección:
Paseo del Prado, 8. 28014, Madrid. Salas Postpop.
Horario
de verano:
Lunes, de 12 a 16 horas (entrada gratuita); de martes a domingo, de
10 a 19 horas.
Tarifas:
Entrada única: Colección permanente y exposiciones temporales.
General: 14 €; reducida: 10 € (mayores de 65 años, pensionistas
y estudiantes); grupos (a partir de 7): 12 € por persona; gratuita:
menores de 18 años, ciudadanos en situación legal de desempleo,
personas con discapacidad, familias numerosas, personal docente en
activo y titulares del Carné Joven y Carné Joven Europeo. Venta
anticipada de entradas en taquillas, en la web del museo y en el 91
791 13 70. 
Más
información:
https://www.museothyssen.org/  









 
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