DOS ROSAS AMARILLAS PARA UN ADIOS: CAPITULO 1 (COPY JAVIER PARRA)
Dos rosas amarillas para un adiós Tras once largos años de matrimonio con algunas satisfacciones, muchas frustraciones y dos hijos, decidí que había llegado el momento de empezar de nuevo, de iniciar un capítulo más. Así que sin darle más vueltas y sin coger ni siquiera ropa interior para cambiarme, salí por la mañana, más o menos a eso de las siete y media de un frío día de invierno madrileño, para no regresar nunca más al que durante tantos años había sido mi hogar conyugal. Para emprender el nuevo ciclo que debía afrontar contaba con poco más de 60.000 pesetas (la moneda de entonces), un reloj regalo de una conocida marca de refrescos, dos paquetes de tabaco, un mechero Bic, la ropa que llevaba puesta y una mochila en la que había metido mi inseparable Nikon, la documentación (D.N.I., Pasaporte y acreditación de periodista) y poco más, ni siquiera había cogido una fotografía de mis hijos. Empezar un nuevo día sin ninguna responsabilidad familiar ni laboral es algo indesc...
Veo que has elegido el norte para las vacaciones, yo también lo prefiero. A Bilbao he ido varias veces durante la Semana Grande, lo que pasa que hay que hacer reservas con mucha antelación o alojarse lejos.
ResponderEliminarUn saludo
Hola Paco, coincido contigo siempre que puedo prefiero el Norte a otras partes, son muy buena gente y además con gastronomía y paisajes muy fotográficos, además mis ancestros cabalgaron por esas latitudes. Vamos que tengo mucha querencia por esa parte.
ResponderEliminarTenemos un día de estos que tomarnos un café juntos.
Un fuerte abrazo,
Javier