LASCIVIA - CAPITULO 4: LORENA (COPY: SCO)




(…) Una gelatina viscosa cubre mi cuerpo. Necesito ducharme con urgencia. Me enjabono, frotándome enérgicamente con una esponja y después dejo que el agua se encargue de arrastrar la suciedad haciéndola desaparecer por el desagüe. Por fin mi piel queda limpia. Me seco con una toalla. Todo huele a rosas y me siento bien, relajado. Desnudo me dirijo hacia el dormitorio con la intención de vestirme. Me quedo en el umbral de la habitación mirando absorto la pared que tengo enfrente, en la que una tarántula del tamaño de una vaca descansa majestuosa. Su pelaje es negro azabache y brilla intensamente. Un picor en la nariz me pone nervioso. Estoy, en varias ocasiones, a punto de estornudar pero logro contenerme. Sé que si lo hago provocaré el enarbolamiento del insecto por perturbar su quietud. Al fin el estornudo hace su aparición en escena y con él la tarántula entra en acción. Con la rapidez de un guepardo cambia de ubicación y se sitúa frente a mí. Se apoya sobre las patas traseras, como un caballo salvaje al sentirse amenazado, pero no me ataca. En vez de eso se pone a bailar. Asombrado ante tan fantástico evento reacciono y me voy en busca de una cámara fotográfica. Cuando la encuentro vuelvo de nuevo al escenario dónde la araña, como si de un bailaor se tratase, taconea entusiasmada. La luz, el encuadre y la modelo son perfectos, así que aprieto el botón y un destello ilumina la habitación. ¡Se me había olvidado desconectar el flash! En ese instante la tarántula detiene su danza, vuelve a la posición horizontal, me escupe una tela que se me pega al cuerpo y me deja inmóvil. Se acerca despacio, puedo percibir su aliento pestilente en mi cara. Siento pánico. El ser abyecto abre su enorme boca abyecta y, justo en ese momento, me despierto sudoroso y con el corazón palpitando aceleradamente. Es un sueño que se repite con frecuencia.
Ayer me llamó Vanesa con la intención de que le hiciera un book para presentarlo en una agencia de modelos en la que se lo habían requerido. No tenía ganas de hacer el trabajo pero, por otro lado, necesitaba el dinero así que hemos quedado esta tarde aquí, para luego ir juntos al estudio de Ronie. Es una modelo que no me inspira nada. No creo que llegue muy lejos, no tiene ni el cuerpo ni la fotogenia necesarios para esa profesión. En varias ocasiones me he sentido impulsado a decirle lo que pienso, que se dedique a otra cosa, que no pierda el tiempo, pero…¿Quién soy yo para destruir las ilusiones de nadie? Cuando me pide que opine sobre ella miento. Le digo que es maravillosa y que seguro que acabará en las portadas de las mejores revistas del país. Odio la hipocresía pero también detesto ver sufrir a las personas, máxime cuando el dolor puede ser evitado. A veces la mentira puede ser un buen lenitivo, mientras que la verdad se convierte en un arma destructiva. Creo en la verdad pero también en la mentira piadosa, aunque aparentemente sea contradictorio.
Como siempre ha llegado con una hora de retraso. He cogido el equipo y me he reunido con ella en el portal. Cuando nos dirigíamos hacia mi coche nos hemos cruzado con Teresa. - ¿Qué tal? – Nos ha preguntado con ese tono de voz y esa sonrisa hipócritas, mirando a Vanesa despectivamente. Esa cara suya de frígida amargada me irrita pero tengo que controlarme. No me interesa tener problemas con los vecinos y, es de dominio público, que su pasatiempo predilecto consiste en ir de casa en casa contando los cotilleos que ha ido recopilando a lo largo del día. Con la mayor seriedad y cortesía posibles le he hecho saber que iba a hacerle unas fotos a Vanesa al estudio de Ronie, para evitar que se le ocurriera decir que era otro de mis ligues. A la gente le encanta opinar sobre la vida de los demás sin tener datos en los que basarse, les encanta hacer el papel de juez y dictar sentencias. Un día eres inocente y al siguiente culpable, un día eres un ángel y al otro un demonio. Con la mayor ironía de la que he sido capaz la he invitado, siempre que mi casa le pareciera lo suficientemente honorable, a tomar un café conmigo cuando le viniera en gana. ¡Espero que no se le ocurra tomarme la palabra!
En el estudio de Ronie Vanesa ha estado insinuándose descaradamente. En otro momento hubiera cedido a su seducción pero mi ánimo estaba de viaje. Cuando hemos acabado la sesión nos hemos despedido, quedándose Vanesa con las ganas de materializar sus deseos sexuales, tremendamente mojada. Cada vez necesito más de la cocaína para excitarme, lo que me empieza a preocupar. También es cierto que ya no tengo veinte años y que mi respuesta sexual es cada vez más lenta y pausada. Tengo que asumir que el paso de los años modifica muchas cosas y que no puedo pretender pedirle a mi cuerpo más de lo que puede dar dadas las circunstancias.

Miércoles, 15 de marzo
Hoy he entrevistado a Laura Grescia a propósito de la concesión del premio Noya. Desde el primer momento he sido reticente a realizar la entrevista, es agotador tener que hacer como que te interesa lo que alguien te cuenta, cuando piensas que en realidad es un soplapollas. La literatura actual deja, en un alto porcentaje, mucho que desear. Se queda en la superficie de las cosas. Difícilmente los escritores noveles pasarán a la posteridad porque, al igual que la cultura dominante, son de usar y tirar. Estoy convencido que tras la crisis cultural que experimenta la sociedad actual aparecerán escritores tan buenos como Henry Miller, Celine, Julio Cortazar y, por supuesto, como los españoles Javier Marías y Enrique Vila-Matas. Reflejo de la crisis literaria a la que hago alusión son los grandes premios entre los que se encuentra el Noya. Hasta hace poco sólo se concedía a escritores de alto nivel, lo que garantizaba una calidad de la obra premiada. Ahora basta con que la novela tenga una buena aceptación en el mercado, es decir, se venda bien, para que su autor reciba un gran premio y sea tratado como un gran personaje de las letras, dando esto lugar a cada vez mayor mediocridad. Dentro de esta pandilla de nuevos escritores incluyo a Laura Grescia y, después de conversar con ella, añado que no sólo es mediocre su escritura sino toda su persona. Las conclusiones a las que llegué se pueden resumir en que se trata de una mujer histérica y maníaco depresiva, que vive bajo los efectos de tranquilizantes varios. Antes de dedicarse a escribir era lectora en una editorial (no era Noya la editorial, porque de ser así el artículo que hubiese escrito la habría hundido en la miseria ). Sus libros tratan de problemas cotidianos y de gente cotidiana, para lo cual emplea un vocabulario también cotidiano que ralla la vulgaridad. Me ha llamado mucho la atención la incoherencia de su discurso, falto de toda lógica y lleno de contradicciones. Insistía constantemente en recalcar su promiscuidad, su lesbianismo y su feminismo. Alguien le debió de aconsejar que adoptar ese perfil le haría más interesante comercialmente hablando. Es una pobre mujer, enferma, carente de afecto y utilizada por un conjunto de individuos de mala índole para lucrarse. Lo que lamento es que sea la propia sociedad la que fomente la proliferación de estos personajes y la que alabe unas obras que caen por su propio peso en basura.
Al llegar a casa lo primero que he hecho ha sido transcribir la entrevista para poderla entregar a tiempo. Después me he acostado pero no podía conciliar el sueño. Últimamente estoy muy inquieto y tengo pesadillas. Me he levantado, me he puesto un café y he encendido la televisión. Una chica restregaba sus pechos descubiertos contra la cara de un anciano mientras todos en el plató se reían. He cambiado de canal y ha aparecido un hombre al que pegaban su mujer y su amante por haberlas estado engañando durante veinte años. Como dice el refrán que a la tercera va la vencida, apreté otro botón del mando a distancia, pero el vencido he sido yo. Apagué de inmediato el televisor al ver a una mujer con el pelo estropajoso y cara andrógina cantando tan mal que mi inquietud ha estado a punto de transformarse en psicosis. Después me he puesto ha escribir estas líneas para relajarme un poco. Voy a tomar el mejor remedio ante el aburrimiento y el nerviosismo: leeré de nuevo “Viaje al Fin de la Noche”.
Jueves 13 de abril.
...Lorena, Lorena...solo pienso en Lorena. Estoy atrapado en su tela de araña sexual. Me atrae como ninguna mujer lo había hecho jamás. Su simple olor me excita, el contacto con su piel me lleva a un deseo desenfrenado de poseerla una y otra vez. Aunque se que acabará destruyéndome no puedo evitar hacer todo aquello que me pide. No sé el porqué de su poder sobre mé, pero lo cierto es que por mucho que intente alejarme de ella no lo consigo. Si quiero seguir adelante lo primero que debo hacer es romper con esta situación de esclavitud de algún modo. No quiero seguir viviendo estos días de vino y rosas. A su lado bebo sin parar, me drogo constantemente y ya son casi una rutina habitual en mi psique padecer lagunas mentales. Hay espacios de tiempo en blanco que no logro concatenar con ningún recuerdo. La adoro y al mismo tiempo detesto que me arrastre hacía la destrucción más absoluta.
Creo que estoy pasando por una de mis habituales crisis existenciales, profunda en la que nada de lo que me rodea empieza a tener sentido. Estoy harto de acabar casi todas las noches bebiendo y drogado hasta las cejas en Lascivia y aguantar las gilipolleces de Lidia, León y Leandro mientras disimulo para que crean que me divierto.
Quizás me vengan bien unos días de vacaciones. Me iré a Londres, lejos de todo esto, necesito encontrarme más cerca de mí mismo. Creo que va siendo el momento de poner distancia entre esta parte de mi vida y mi futuro más cercano.
Sábado, 15 de abril.
Ayer pasé un día horrible: me desperté con un fuerte dolor de cabeza: no podía abrir los ojos prácticamente. Como pude me levanté de la cama y con andares más bien torpes me dirigí al cuarto de baño con la sana intención de lavarme la cara para despejarme al menos un poco. Pensé que mi malestar  era producto de la resaca porque el viernes bebí litros y litros de alcohol. Mis encuentros con Lorena siempre acaban con alcohol, drogas y  sexo en ese orden más o menos. Apareció en casa con una bolsa llena de cervezas y un par de botellas de whiskey Nos pusimos a hablar, en un principio acompañando la conversación con pequeños tragos de whiskey con hielo. Luego al wihskey con hielo se le sumo la cerveza. Después empezamos a esnifar una buena cantidad de coca y, cuando nos quisimos dar cuenta, estábamos follando como posesos.
Ya en el cuarto de baño abrí el grifo y me eché agua en la cara pero, al mirarme en el espejo, vi mi rostro cubierto de sangre. Como acto reflejo mire el grifo, pensando que de él brotaba algún tipo de sustancia con la que me había manchado, pero solo manaba agua fresca y cristalina. Mire mis manos llenas de sangre y luego levanté la vista para observar de nuevo mi rostro. La sangre brotaba de mi nariz. Sentí pánico. Creí que me desangraba. Eché la cabeza hacía atrás e introduje en mis fosas nasales dos grandes bolas de algodón. Tenía la carne de gallina. Creí que me moriría en aquel mismo instante, la cabeza estaba a punto de estallarme a la vez que me estaba desangrando...Joder... ¡la puta cocaina! Pensé. Sentí que la vida se me estaba escapando sin darme cuenta, que cualquier día sería mi último día. ¿Porqué tanta autodestrucción?. ¿Qué es lo que me ata a Lorena de esta manera tan demencial y autodestructiva?. Tengo mucho miedo. Yo que nunca había temido a la muerte ahora, que sutilmente ha rozado mi puerta, provoca en mí verdadero pánico. Tengo que reestructura de una puta vez mi vida. Estoy esclavizado por la coca y por Lorena. Por otro lado no me considero –al menos aún—un adicto. El primer paso que daré será dejar la coca. No más drogas a partir de hoy mismo. Lo que no sé como manejar es mi relación con Lory. Lory es sinónimo de alcohol y drogas. Bueno, ya pensare algo –estoy seguro de que hay alguna formula--, ahora estoy muy cansado para pensar...Necesito dormir...
Jueves 27 de abril.
Quedé con Lory en el Lascivia para hablar con ella sobre el nuevo rumbo que pretendía darle a mi vida. Cuando la vi aparecer supe que sería incapaz de hacerlo. Estaba deslumbrante con su melena rojiza alborotada y un vestidito ceñido que resaltaba su expléndida figura. Nos bebimos un par de copas y decidimos que estaríamos mucho más a gusto en mi casa. Por el camino nos ocurrió algo bastante gracioso –al menos así me lo pareció--. Íbamos en el autobús de camino a casa sentados en la parte trasera. El movimiento del motor hacía que los asientos vibraran de forma exagerada. Yo tenía el estomago revuelto y por un instante pensé que iba a vomitar. De repente Lory, prácticamente gritando, dice:
--¡Joder!. ¡Si llego a saber esto me meto las bolas chinas por el coño y así por lo menos en vez de ganas de vomitar por el puto traqueteo me estaría corriendo!...
 Acto seguido todos los viajeros del autobús miraron a Lorena. Si hay algo que Lorena no puede soportar es que la miren como a un bicho raro. Me temí lo peor.
Dirigiéndose a mi gritó: ¡Es mi imaginación o esta panda de gilipollas no hace mas que mirarme! ¡joder ni que mi cara fuese un coño!.
Afortunadamente la gente dejo de mirar y nadie hizo el más mínimo comentario. Si a alguien se le hubiese ocurrido hacer algún comentario seguro que se hubiese montado una buena.
Ya en casa, preparé un par de whiskies. Lorena me pidió un cigarrillo. Se lo di y al ir a encendérselo se me cayó el mechero al suelo. Lorena se agacho para cogerlo... ¡Joder... no llevaba bragas la cabrona!. No pude evitar meter mi mano entre aquellas nalgas de porcelana. Al tocarle el coño noté que estaba humedo. Me excite tanto que pensé que el pantalón se iba a reventar por la erección de mi polla. Follamos salvajemente. Después de dos polvos estaba fuera de juego, mientras que Lorena quería más caña. Mis deseos y mi cuerpo iban en sentidos contrarios. Estaba excitadísimo, sin embargo, mi pene no me respondía. La única solución era meterme unas cuantas rallas. Llevaba varios días sin meterme nada pero la situación requiró que levantara la veda. Follamos, follamos y follamos. Cuando empece a perder la erección de nuevo a Lorena se le ocurrió la idea de untarme coca en el glande..-¡Joder! ¡Se me puso dura como una roca! ¡Qué gran invento! Pense. Es imposible que una ninfomanía quede satisfecha, por eso Lory estuvo horas y horas “montándome” hasta que le entro hambre.
Cuando finalmente me dio por mirarme la polla me di cuenta que la tenía irritadísima y con heridas que me sangraban. La erección no bajaba por otro lado ni de coña. ¡Pense que se me iba a quedar tiesa de por vida!. Empecé a gritar: ¡joder!...!Joder!...!Joder!... Lorena acudió corriendo para ver qué coño me pasaba. Cuando se lo conté se partía de la risa ¡la muy hija de puta!. ¡Hasta me recomendó una pomada y todo para la polla!.
Ayer pasé un día horrible. No podía casi ni mear. Hoy ya me encuentro algo mejor pero aún me duele bastante. Tengo que estar completamente desnudo ya que el menor roce me provoca unos pinchazos terribles. Con un poco de suerte mañana podré por fin salir nuevamente a la calle.
Sabado 20 de mayo.
El jueves volvio a bajar Teresa a darme la plasta. Con la excusa de ver como estoy y de tomarse un café conmigo, se me aposenta en casa y no hay Dios que la haga marcharse. Me cuenta que me aburren sobremanera. Creo que la gente cuando se entera de que fui psicólogo, me cuenta su vida como si yo pudiera tener la piedra filosofal que los pueda hacer felices de por vida. El jueves, cuando vino la plasta de mi vecina, estaba puesto hasta las cejas. La tía aprovecho la ocasión para pedirme que le hiciera unas fotos, ya que según ella, tenía muchísimas ganas de que yo la fotografiase. ¿Qué tipo de fotos? Le pregunte. ¡cual sería mi sorpresa cuando va la pava y me dice con toda naturalidad que “eróticas”!. Pero eróticas ¿de qué tipo?. Insistí. “Pues en braguitas y en sujetador al principio y luego ya veremos”. Como yo estaba muy, pero que muy colgado, accedí. Le dije que se fuera preparando mientras yo montaba el equipo. Cuando llegué a la habitación solo tenía las bragas, tremendamente mojadas (se percibía porque eran de color marrón y el tejido raso). La empecé a fotografiar sin mucho entusiasmo –la verdad--. Cada vez que le tiraba alguna ponía gestos y posturas más lascivas. En un momento determinado se quitó las bragas y me pidió que le hiciese una foto del coño. Abrió las piernas todo lo que pudo y me mostro su coño sin ningún tipo de pudor. ¡Joder con la moralista de los cojones!. Pensé. Al final le hice fotos hasta haciendose una paja. Después de la sesión de fotos guarde el equipo. Cuando cerre la puerta del armario donde lo guardo se abrazo a mi por atrás y me agarró la polla que estaba –obviamente—erecta –más por la coca—que por la tipeja. En ese estado la verdad es que me hubiera follado hasta a una vaca así que me deje ir. Me desnudo y me chupo la polla con deseo salvaje. ¡Parecía que estaba mamando de un pezón la muy zorra!. Me corrí en su boca. Luego nos fuimos a la cama y me la folle. Eso sí, en ningún momento la besé porque aunque estaba colocado, en algún sitio me quedaba algo de integridad, y su boca me repelía, me daba asco. Después de la jodienda se ducho y se vistió y, antes de irse, me hizo jurarle y perjurarle que no diría nada de aquello a nadie y que, cuando revelara las fotos, le daría también los negativos. ¡Qué tía más hipócrita!. Se pasa la vida metié ndose con todo el mundo y criticando a todo bicho viviente y luego va ella y termina haciendo todo aquello que, si lo hiciera otra mujer, para ella sería aberrante. ¡Cuanco se lo cuente a Lorena se va a mear de la risa!. ¡Joder con las mosquitas muertas!...
Domingo, 28  de mayo.
Me han ofrecido un trabajo en una agencia. Consiste en hacerles fotografías a una serie de chicas, todas ellas adolescentes, que muestren sus diferentes registros, una especie de books. Pretenden ser actrices. He aceptado porque, entre otras cosas, así podre experimentar con el cuerpo, la luz, los ángulos... Si hay algo que aún me pueda ilusionar es la fotografía artística del cuerpo humano.
Hoy ha sido un día muy tranquilo, me lo he pasado leyendo a Paul Auster y escuchando a la Velvet Underground. Me ha llamado Lidia por teléfono. Quería venir a tomar algo a casa pero le he dicho que se pase otro día. Hay veces que me gusta estar solo.
Viernes, 2 de Junio
Lidia esta cada día más insoportable con sus putos celos. Le he explicado en mil y una ocasiones que el simple hecho de acostarse con alguien no implica ningún compromiso. Además le he hecho saber que no estoy enamorado de ella en absoluto, que para mi es una buena amiga con la que, de vez en cuando, echo un polvo y nada más. Pero me temo que no sirven de nada estas explicaciones que le doy. Ayer mientras conversábamos, llamó Lorena. Cuando colgué el teléfono la cara de Lidia había cambiado por completo. Estaba seria y distante. Le pregunté que si le pasaba algo, pero como siempre me ha dicho que no. Le dije lo que pensaba de todo aquello, que sus celos me parecían estúpidos máxime cuando lo habíamos dejado todo claro entre nosotros desde un principio. Me dijo que eso de los celos eran imaginaciones mías producto de mi machismo, que le importaba una mierda con quien me acostara o me dejase de acostar. Se niega a admitir la realidad. No quise seguir insistiendo porque la salud mental de Lidia es muy frágil y me daba miedo que le diera una crisis como la última vez, así que le quite hierro al asunto y puse un par de copas para aliviar la tensión.
Me contó, con pelos y señales, como se había ligado y posteriormente follado a sus últimas conquistas –me imagino que para ver mi reacción ya que las descripciones de los actos de alcoba eran más que explícitos—Lidia siempre ha vivido muy atormentada y necesita que alguien se ocupe de ella, la mime y la quiera tal cual es, pero esa persona no soy yo desde luego. Se ha sentido rechazada en todos los ámbitos y lugares, y todo por ser una mujer nacida en un cuerpo de hombre. Se esta apoyando demasiado en mi y creo que terminará sufriendo porque yo no puedo –ni quiero—darle lo que ella necesita. Lo mejor sería que me aparte de ella paulatinamente, la aprecio demasiado para contribuir a su destrucción. Solo espero que algún día encuentre su rumbo y alguien que la quiera y la comprenda.
Martes, 13 de junio.
Lorena me ha llamado por teléfono para decirme que tengo una deuda contraída de 435.000 pesetas en cocaina. El proveedor le ha dicho que o satisfago esta cantidad en un plazo de siete días o que me harán una visita –no precisamente de cortesía--.

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