HENRY MILLER: EL CIRCULO PARISINO - CAPITULO 10 (COPY: JAVIER PARRA)

RENE FÉLIX ALLENDY
(1889-1942)

El Dr. Rene Allendy nació en París en 1889, ciudad en la que estudió medicina realizando las prácticas y la especialidad en varios hospitales del área metropolitana. Realizó su tesis doctoral en 1912 sobre “las teorías alquímicas en la historia de la medicina”. En 1926, con la princesa Marie Bonaparte, protegida de Freud, funda en París la Sociedad Psicoanalítica, dedicándose también al estudio de la homeopatía, la astrología y el misticismo. En 1931 publica el ensayo “El psicoanálisis”, obra en la que expone por vez primera sus teorías sobre la técnica freudiana. En 1932 publica un ensayo sobre “Capitalismo y sexualidad”, ensayo que le acerca, por un breve periodo de tiempo, a las teorías del disidente freudiano Wilhem Reich. Su afición por las ciencias ocultas le aproxima al movimiento surrealista, colaborando con algunos de sus miembros en proyectos de películas oníricas. Su esposa, Ivonne, fue tesorera del Théâtre Alfred Jarry, de Antonin Artaud, a finales de la década de 1920, siendo precisamente por esta vinculación con los surrealistas por la que Allendy pone en contacto a Anaïs con Antonin Artaud.
En 1928 Allendy y su esposa sugirieron a los surrealistas realizar una película basada en un sueño sobre “Estudios de las nuevas ideas y tendencias”, éstos consiguieron el dinero y el director, Germaine Dulac, pero desgraciadamente ésta echaría a perder la película. L’Age D’or contiene algunos pasajes de la misma. De esta incidencia Allendy sacó la conclusión de que el grupo surrealista no era de fiar. No eran serios a la hora de colaborar en un proyecto. No obstante, Madame Allendy realizó con ellos algunas otras actividades e incluso organizó un Seminario de Conferencias en la Sorbona a las que invitó a Adler, Einstein, Fernández, Milhaud y Gris entre otros para que los conocieran los surrealistas.
Otra pista sobre la personalidad del singular Dr. Allendy nos la da Anaïs en un fragmento sacado de sus Diarios cuando describe como éste le habla sobre su propia locura, una locura que él describe como producto de un nivel diferente al habitual en la mayoría, ya que a él lo que le sucedía era que a veces pensaba que su casa estaba encantada. Incluso le confiesa a Anaïs: “piensa que su padre muerto vaga por la casa también – no se lo diga a nadie, creerían que estoy loco –”. “Esto me conmovió” – dice Anaïs -. Debajo del serio y profundo analista, se escondía un hombre profundamente creyente en el ocultismo.
En 1933 Allendy pone en contacto a Bernard Steele, el editor de Artaud, con Anaïs con el fin de que éste les ponga en contacto a ambos. En marzo de este mismo año se materializó el encuentro y Anaïs fue presentada formalmente a Antonin Artaud. Poco a poco y en la medida en la que Anaïs diversifica sus actividades e intereses por el psicoanálisis, Allendy va desapareciendo de su vida para dar paso a que ésta encuentre más interesante continuar su análisis con el Dr. Otto Rank. Tras este coqueteo con la bohemia, el mundo artístico y sobre todo su relación física, intelectual y artística con Anaïs, Allendy retorna a sus pacientes convencionales y pierde el contacto con Anaïs y sus amigos bohemios.
En 1944 Ivonne Allendy muere. Su hermana, Colette Nel-Dumou-chel contrae matrimonio, poco tiempo después, con el Dr. Allendy. Colette siguió los pasos de su hermana y le prestó a Antonin Artaud el mismo afecto que ésta le había profesado, quizás, eso sí, de forma menos “maternal” y más comprensiva hacia su obra, cuando no del hombre. Al finalizar la guerra, en una galería-apartamento que habilitó al efecto, Colette con ayuda de Allendy organizó exposiciones de artistas vanguardistas que iban de los “significantes de lo informal”, tales como Wols y Camille Bryen, entre otros, a los que después les seguirían los “nuevos realistas”, Jacques Villegué, Raymond Hains, Yves Klein, etc… Demostrando el matrimonio de esta manera, frente al medio artístico convencional, que habían sabido adelantarse al tiempo y prever la saturación estética que llevaría inexorablemente al arte al antiarte y al pop-art.

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